Autogestión Emocional. Parte 3: ¿Cómo gestiono mis emociones?

Autogestión Emocional. Parte 3: ¿Cómo gestiono mis emociones?

Autogestión Emocional. Parte 3: ¿Cómo gestiono mis emociones?

Regular nuestras emociones a veces nos puede parecer una misión imposible porque tenemos en el cabeza implantado el chip de que tenemos determinada personalidad y que cambiar es difícil.

Bueno vamos a hablar un poco al respecto.

Cada uno de nosotros tiene una personalidad determinada la cual constituye nuestra esencia. La esencia no se cambia por completo, pero sí la podemos moldear para que se comporte de determinada manera si no nos sentimos contentos con algunos aspectos de nuestra forma de ser.

Los podemos modificar y dirigirlos hacia donde queremos que vayan. El poder de hacer eso está en nuestra mente si realmente lo queremos hacer.

Al principio todo cuesta, por eso es importante ir por pasos.

Como vimos anteriormente, el autoconocimiento es fundamental. Si no sabemos qué es lo que no nos gusta de nosotros o qué nos hace daño, ¿cómo lo vamos a cambiar?

Si no profundizamos un poco en lo que quisiéramos modificar nos será muy difícil dirigir la conducta hacia donde queremos, porque nos va a parecer que tenemos que cambiar muchas cosas.

Las emociones siempre están ahí y, como lo hablamos anteriormente, tienen que estar. Pero hay un punto en el cual en vez de ayudarnos nos complican porque nos invaden de una manera incontrolable y actuamos en función de lo que ellas nos van dictando, aunque de una manera desmedida o muy intensa.

Ni hablar cuando se instalan en nuestra cabeza el enojo o la tristeza de manera que nos van agotando la vitalidad y produciendo malestares físicos que nos pueden enfermar.

¿Cómo nos damos cuenta de que nos instalamos en determinada emoción y no hay matices?

La respuesta tiene que ver con todo lo que venimos hablando. Cuando la emoción está cobrando demasiada intensidad te das cuenta porque tu cuerpo y mente se involucran con esa emoción, no dejas de pensar en eso que sentís haciendo que crezca más aún.

Cuando pasa eso ya te instalaste. Instalarse significa que no podemos pensar en otra cosa, que le damos muchas vueltas al tema…

Aparecen pensamientos relacionados con eso como son las suposiciones, conclusiones, preocupaciones y preguntas que muchas veces no tienen respuesta, como los por qué.

Lo que te puede ayudar a darte cuenta cuando te instalás es recordar situaciones en las que te sentiste afectado o afectada y te generaron emociones intensas.

Podés recordar qué emoción predominó y cuánto tiempo estuviste pensando en el suceso. También podés pensar qué consecuencias generó en vos esa emoción o emociones. Por ejemplo, si tu comportamiento cambió, se actuaste de manera impulsiva, etc.

Reflexionar sobre esto es muy importante porque te va a permitir tener en mente un detector de intensidad frente a una situación nueva que te genere emociones intensas, vas a poder darte cuenta más rápido si las mismas están superando el límite y vas a poder frenar a tiempo.

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