Autogestión Emocional. Parte 4: ¿Cómo evalúo mis emociones?

Autogestión Emocional. Parte 4: ¿Cómo evalúo mis emociones?

Autogestión Emocional. Parte 4: ¿Cómo evalúo mis emociones?

Una vez que hicimos el ejercicio de conocer las emociones que nos suelen hacer daño, las situaciones que la desencadenan y la actitud y el comportamiento que solemos tomar frente a ellas estamos en condiciones de saber qué emoción o emociones necesitamos regular para sentirnos mejor.

Veamos cómo podemos hacer esto.

Cuando se te presenta una situación que genera determinada emoción lo primero que tenés que hacer es analizar brevemente por qué aparece.

Recordá que hay situaciones en las que es esperable y totalmente normal que te sientas enojado o triste.

Este análisis seguro va a activar tu recuerdo en situaciones similares sobre cómo has reaccionado y qué daño te ha causado dejar la emoción libre y te va a servir de parámetro, de señal para poner un freno a tiempo.

En esta evaluación de tu emoción también tenés que registrar qué pensamientos aparecen en tu mente y si estos alimentan esa emoción y la acrecientan.

Lo importante de esa evaluación es que puedas detectar a tiempo si esa emoción te está desbordando si te está invadiendo. Es importante este punto porque la idea es que vos te construyas tu propia señal de alarma y por eso el autoconocimiento es crucial.

Bien, hasta aquí tenemos una descripción de lo que te está pasando, pero nos falta una parte importante que es evaluar qué control tenés vos sobre la situación, si podés solucionarlo de alguna manera.

Si es así debés enfocarte en buscar esa solución más que en seguir pensando de manera negativa. Por último, llega la autorregulación propiamente dicha que es cuando ya tienes un registro de todo lo que te pasa y es momento de dejar ir todo aquello que te abruma y comenzar a relajarte.

El cómo realizas esto va a depender de tu personalidad hay personas que cuando se dan cuenta que su emoción se está sobrepasando dan vuelta la página y dejan de pensar en lo que los daña y se enfocan en algo más placentero para contrarrestar.

Otras necesitan salir a caminar o hacer ejercicio otras escuchar música, dormir una siesta, etc.

Lo común a todas estas formas de regular las emociones es que todas dejan ir esos pensamientos negativos y con ellos también se va la emoción y enfocan su mente en algo distinto que los ayude a salir del malestar.

La respiración como herramienta es una gran aliada en la autorregulación porque ayuda a que te relajes y liberes tu mente de aquello que te está afectando negativamente y la puedas volver a llenar con pensamientos que sumen en tu bienestar.

No hace falta ser un experto en meditación para lograr esto. Basta con centrar tus pensamientos en tu respiración, en el aire que entra y sale y dejarte llevar en esa relajación.

Pero si querés llevar esto un poco más allá, podés hacer una meditación guiada, o recurrir a cualquier recurso que te haga relajar, cambiar tu energía y con ella los pensamientos y emociones que te invaden de manera negativa.

Como ves la autogestión emocional no es difícil, lo más costoso al principio es lograr conocerse a uno mismo.

Saber cómo te estás tomando las cosas que te pasan, darte cuenta de que vos misma estás alimentando esas emociones negativas con tus pensamientos y que la mayoría de las veces ni siquiera la solución de lo que te pone mal está en tus manos, es lo más importante de todo el proceso.

Comprender todo esto hará que construyas tu propia señal de alarma y pongas un freno a la emoción que daña.

Cada vez este freno será puesto más rápido, hasta que un día te salga casi automáticamente, porque la alarma también salta más rápido.

¡Luego cambiar los pensamientos no te será difícil y podrás usar cualquier recurso que te sea útil!

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