Autogestión Emocional. Parte 1: El Mundo emocional
Las emociones son reacciones psicofisiológicas que aparecen ante determinados estímulos. Son psicofisiológicas porque involucran a todo el cuerpo. Por ejemplo, cuando sentimos alegría todo nuestro cuerpo lo siente, nuestro corazón bombea más rápido y lo sentimos en el pecho, aumentan los niveles de ciertas hormonas como las endorfinas, y a nivel psíquico nuestra mente se invade de positividad e imágenes placenteras y también nuestros pensamientos acompañan.
De igual manera pasa cuando sentimos tristeza, enojo, vergüenza, o culpa. Todo nuestro cuerpo reacciona a ello.
Nuestro comportamiento también va acorde a nuestras emociones porque según cómo nos sentimos tenemos una reacción determinada.
La importancia de manejar adecuadamente las emociones radica en poder detectar cuándo estamos sintiendo una emoción negativa de manera desmesurada, o potenciada, al punto que nos hace daño. ¿Y cómo nos hace daño?
Resulta que cuando atravesamos una emoción negativa, si no sabemos gestionarla, esta nos puede invadir por completo, controlando nuestro comportamiento. Por ejemplo, sentimos enojo por determinada situación y este enojo comienza a crecer y al no encontrarse con ningún freno sigue creciendo al punto de sentir que nuestro corazón se acelera, no podemos parar de pensar en eso que nos enoja, lo cual acrecienta el enojo, y, además, reaccionamos de la peor manera, como en un acto de impulsividad en el cual no tenemos dominio de nada.
Y así nos puede pasar con la tristeza, el miedo, la ansiedad… Pero voy a remarcar algo que me parece muy importante.
Gestionar las emociones no quiere decir reprimirlas para que no se expresen o evitarlas para no sentirnos mal y que no nos afecten, ya que las emociones, todas ellas, deben expresarse, si se quedan dentro lastiman y poco a poco se harán notar.
Las emociones negativas que no se expresan no se eliminan, se van acumulando hasta que un día salen y lo hacen de la peor manera, incluso pueden disfrazarse y expresarse en una enfermedad.
Cada emoción debe ser expresada en el momento en el cual aparece. Debe ser vivida y gestionada adecuadamente para que no haga daño. Hay que sacar esa exigencia que nos impone la sociedad que dice que no tenemos que estar tristes, esta exigencia nos hace muy mal porque lo que impone es imposible de lograr.
Nadie te puede decir que no te afecte la pérdida de un ser querido, la pérdida de un trabajo o la enfermedad de alguien que querés y tantas otras cosas que te pueden pasar en la vida.
Por supuesto que hay momentos en los que no podemos estar bien y lo tenemos que atravesar pensando que es normal que nos sintamos tristes, enojados, decepcionados.
No es malo sentir emociones negativas cuando nos sucede algo, sino transitamos eso en el momento indicado se expresará más adelante.
Puede que en esos momentos necesites más descanso, replegarte para sanar…
Ahora bien, ¿cuándo tenemos que prestar atención? ¿Qué señales debemos observar en nuestro interior para no llegar a colapsar?